La Vía Láctea Creció Desde Dentro Hacia Fuera
Hola lector!
A continuación se muestra un artículo publicado ayer (24/03)
em website en español de la "Agencia FAPESP”, señalando que la Vía Láctea creció desde dentro hacia fuera.
Duda Falcão
Artículos
La Vía Láctea Creció Desde Dentro Hacia Fuera
Por Peter Moon
Agência FAPESP
24 de marzo de 2016
(Imagen: NASA)
Las primeras
entre las centenas de miles de millones de estrellas de la Vía Láctea –las
estimaciones varían entre 100 y 400 mil millones– pueden haber empezado a
brillar hace 13 mil millones de años, antes incluso de la formación completa de
la galaxia.
Ésta
es una importante deducción que se desprende de la elaboración de un mapa
cronológico pionero de las estrellas más antiguas de la galaxia. La principal
conclusión de ese trabajo indica que la galaxia empezó a formar estrellas desde
dentro hacia fuera, es decir, primeramente en el núcleo, para luego borbotar en
dirección a su periferia, el halo galáctico.
Esto es lo que
explican los astrofísicos Rafael Santucci y Vinícius Placco, que participaron
en un estudio internacional publicado en The Astrophysical Journal Letters.
El artículo se
publicó con el apoyo de la FAPESP. Santucci es doctorando en el Instituto
de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de São
Paulo, en Brasil, bajo la dirección de tesis de la profesora Silvia Rossi. En tanto, Placco es docente de la
University of Notre Dame, en Estados Unidos, y estudió el halo galáctico
también con el apoyo de la FAPESP.
Para entender
el significado de la investigación es necesario imaginarse el formato de la Vía
Láctea. Se trata de una galaxia espiral, cuyos brazos se extienden a partir del
núcleo formando un disco de 100 mil años luz de diámetro. Alrededor del núcleo
galáctico, la densidad estelar –esto es, la cantidad de estrellas ubicadas
cerca unas con otras– es alta.
A esta
concentración de estrellas que orbitan cerca del núcleo se les da el nombre de
bulbo galáctico. Al alejarse del núcleo, la cantidad de estrellas disminuye y,
por consiguiente, el disco galáctico se va afinando hasta llegar a los bordes,
en la periferia de la galaxia, donde la densidad estelar se enrarece.
Pero esto es
una pequeña parte de la galaxia, la parte visible en la mayoría de los
observatorios astronómicos. El disco de la Vía Láctea se encuentra envuelto por
el halo galáctico, que constituye un volumen de espacio esférico muchas veces
más grande que el disco.
Las
dimensiones del halo galáctico son del orden de las varias centenas de miles de
años luz. Y el mismo está compuesto fundamentalmente por materia oscura, una
materia invisible y desconocida que hace que la galaxia mantenga su cohesión y
no se despedace. Pero el halo también está compuesto por nubes de hidrógeno, y
por estrellas.
A las
estrellas del halo puede dividírselas en tres conjuntos. En el primero se
agrupan las decenas de millares situadas en densos conglomerados esféricos
llamados cúmulos globulares.
Se conocen
alrededor de 150 cúmulos que orbitan la Vía Láctea; pero existen también otros
dos conjuntos estelares. Hay estrellas que fueron a parar al halo porque su
velocidad de escape hizo que se descarriasen del disco galáctico.
Y están
igualmente aquéllas que originariamente pertenecían a otras galaxias pequeñas,
pero que terminaron siendo canibalizadas por la Vía Láctea hace miles de
millones de años. Estos dos últimos conjuntos de estrellas constituyen los
objetos de investigación del trabajo recientemente publicado. Más
específicamente, este estudio se orientó hacia un tipo particular de estrellas
del halo: las llamadas “estrellas azules de la rama horizontal”.
“Son estrellas
gigantes, diez veces mayores que el Sol en promedio, que van camino
al ocaso de sus vidas. Ya dejaron atrás su fase joven, cuando quemaban
hidrógeno. Ahora se encuentran en la etapa avanzada, fundiendo helio y
carbono”, explicó Santucci.
Cuando se les
acabe este suministro, se encogerán y se convertirán en enanas blancas, el
mismo futuro que le espera al Sol. Los investigadores pretendían reunir una
gran cantidad de esas estrellas azules de la rama horizontal para analizar el
color de su luz. Así quizá fuese posible estimar su edad.
El cálculo de
la edad de una estrella se efectúa con base en la combinación del análisis de
su color y también de la firma química de su luz. “Los colores de las estrellas
están relacionados con sus temperaturas, que a su vez guardan relación con sus
masas, y éstas rigen sus tiempos de vida”, dijo Placco.
Santucci acota
que, en el caso específico de esta investigación, “las variaciones de edad que
describimos en el trabajo se basaron en los colores”.
En cuanto a
los colores de las estrellas, en la mayoría de los casos las estrellas jóvenes
y grandes son blancas o azules, y las estrellas de porte mediano, son amarillas
o anaranjadas. Las estrellas viejas, que se encaminan hacia el final de sus
vidas, se convierten en gigantes rojas para transformarse, en su senilidad, en
enanas blancas. “Pero las estrellas azules de la rama horizontal constituyen
una excepción a la regla. Mantienen el color azul aun en el ocaso de sus
vidas”, dijo Santucci.
La Segunda
Generación Estelar
La
espectroscopía es el análisis de la firma química de la luz de las estrellas.
Cuando la luz que se produce en el núcleo de la estrella escapa, pasando por su
atmósfera, cualquier elemento químico presente en dicha atmósfera deja su
presencia marcada de manera indeleble, para siempre, en el espectro de aquella
luz. Cuando los astrónomos registran la luz de una estrella distante, una de
las primeras cosas que hacen es analizar su espectro.
Cuando el
Universo empezó su expansión, existían tan sólo tres elementos químicos: el
hidrógeno, el helio y una pequeña fracción de litio. Todos los demás elementos
se fraguaron en el corazón de la primera generación de estrellas cuyas vidas concluyeron
en colosales cataclismos a lo que se les da el nombre de supernovas. Y los
restos de esas explosiones sembraron el medio interestelar con todos los
elementos que se encuentran en la tabla periódica.
Esa siembra
prosiguió y aún prosigue, con las supernovas de las posteriores generaciones de
estrellas. Se cree que, debido a su composición química, el Sol sería producto
de la evolución de diversas generaciones de estrellas. En su atmósfera hay una
gran variedad de elementos químicos.
Al analizar el
espectro de la luz de las estrellas, si los astrofísicos están a la caza de
astros muy antiguos, buscarán aquéllos cuya firma química indique la presencia
de algunos pocos elementos químicos además de hidrógeno, helio y litio,
especialmente carbono y nitrógeno, entre otros.
Cuando los
científicos encuentran astros con esa composición, esto constituye una fuerte
indicación de que se trata de estrellas muy antiguas, pertenecientes a la
segunda generación estelar del Universo. “Pueden ser tan antiguas como la Vía
Láctea, o más aún”, afirmó Placco.
Un primer
trabajo de este género salió publicado en 1991. En él, y con base en el estudio
de 150 estrellas, se intentó estimar sus distancias y sus edades. Con respecto
a las edades, la labor fue infructuosa. La calidad de los datos a disposición
en ese entonces era aún escasa. “Veinticuatro años después, el trabajo de
Rafael [Santucci] consistió en elaborar una nueva selección de
estrellas”, comentó Placco.
A tal efecto,
Santucci buceó en la gigantesca base de datos del proyecto Sloan Digital Sky
Survey (SDSS), en Estados Unidos, cuya meta consiste en catalogar centenas de
miles de galaxias lejanas. “Pero, como las estrellas de la Vía Láctea están en
el medio de ese camino, un subproducto importante del SDSS fue el descubrimiento
de muchos miles de estrellas en el halo galáctico”, dijo Santucci.
El científico
investigó en los archivos del SDSS y logró pinzar 4.700 estrellas. A partir del
estudio de las mismas se creó el primer mapa de las estrellas más antiguas de
la Vía Láctea. “La cantidad y la calidad de los datos actualmente a disposición
son mucho mayores y mejores que aquéllas del artículo de 1991”, dijo Placco.
Con el mapa de
los dos hemisferios (arriba y abajo del disco galáctico) de la Vía Láctea, fue
posible descubrir que las estrellas más antiguas se formaron antes, en
simultáneo con “el colapso gravitacional de la inmensa nube de gas que formó
las estrellas del centro de la Vía Láctea”, según explicó Santucci.
“Nuestro mapa
muestra que los objetos más cercanos al centro de la galaxia tienen una edad de
alrededor de 13 mil millones de años”, dijo.
A partir de
ese entonces, las estrellas siguieron formándose, en orden cronológico, desde
el centro hacia fuera. “Nuestro estudio confirma antiguas teorías de la
evolución galáctica, que postulaban que las estrellas más antiguas se habrían
formado en el centro y las más jóvenes progresivamente en dirección hacia el
halo. Pero nadie había demostrado eso antes”, dijo Santucci.
Como este
resultado sorprendente no fue anticipado, los autores están escribiendo un
nuevo artículo para su envío a la revista Science. “Se trata de un mapa
mucho mayor y más preciso, elaborado a partir de una muestra con 100 mil
estrellas”, anunció Santucci.
Una evidencia
de la originalidad de la investigación de los brasileños surge del trabajo de
la competencia en términos académicos. Durante la primera semana de enero, en
una reunión de la Asociación Americana de Astronomía, en Florida, se presentó
otro mapeo de las edades de las estrellas en la Vía Láctea, en este caso basado
en una muestra de 70 mil estrellas gigantes rojas.
El enfoque no
recayó sobre el halo, sino sobre el disco galáctico. Y ese trabajo confirmó lo
esperado en cuanto al crecimiento de la galaxia: empezó en el centro y creció
hacia fuera. La prueba de ello es la abundancia de estrellas antiguas en el
medio del disco, según Melissa Ness, del Instituto Max Planck de Astronomía,
con sede en Alemania.
Puede leerse
el artículo intitulado Chronography of the Milky Way's Halo Systen with
Field Blue Horizontal-Branch Stars (doi:10.1088/2041-8205/813/1/L16), de
Rafael Santucci, Vinicius Placco y otros, en el siguiente enlace: http://iopscience.iop.org/article/10.1088/2041-8205/813/1/L16.
Fuente: Sitio web de la Agencia FAPESP
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