Consorcio Internacional Con la Participación Brasileña Estudia la Física de las Erupciones Solares
Hola lector!
A continuación se muestra un artículo publicado hoy (10/09)
em website en español de la "Agencia FAPESP”, señalando que Consorcio
Internacional con la participación brasileña estudia la física de las
Erupciones Solares.
Duda Falcão
Artículos
Un Proyecto Para Avanzar en el
Conocimiento de las
Explosiones Solares
Por Elton
Alisson
10 de septiembre de 2015
(Imagen: NASA)
Agência FAPESP – Un consorcio integrado por siete universidades e instituciones de
investigación europeas se ha venido dedicando durante los últimos dos años a
estudiar la Física de las explosiones solares, consideradas como los eventos
más intensos de liberación de energía en el Sistema Solar.
El proyecto,
denominado F-CHROMA –las siglas en inglés de Flare Chromospheres: observations, models and archives–,
cuenta con financiación del Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea
(FP7), y con la participación del investigador Paulo Simões, quien realiza su
posdoctorado en la Escuela de Física y Astronomía de la University of Glasgow,
en Escocia.
Simões, el único
representante brasileño en el proyecto, realizó –con Becas de la FAPESP– su iniciación a la investigación
científica y
un posdoctorado en la
Universidad Presbiteriana Mackenzie (UPM), en São Paulo, Brasil, aparte de su maestría y su doctorado en el Instituto Nacional de
Investigaciones Espaciales (INPE).
El investigador
estuvo a comienzos de agosto en la UPM, donde participó en un coloquio sobre
explosiones solares en la cromosfera solar por invitación del Centro de
Radioastronomía y Astrofísica Mackenzie (CRAAM).
“El objetivo
principal del proyecto F-CHROMA es expandir el conocimiento sobre la Física de
las explosiones solares, confrontando las teorías y los modelos actuales con
observaciones de altísima resolución”, declaró Simões a Agência FAPESP.
Las explosiones
solares son erupciones repentinas en la superficie del Sol, caracterizadas por
la liberación de grandes cantidades de radiación y que pueden tener su causa en
alteraciones locales del campo electromagnético solar. Estos eventos influyen
sobre el clima espacial e interfieren en la transmisión de datos vía satélite,
por ejemplo.
Explosiones
solares de mediano porte pueden liberar una energía equivalente a 100 millones
de megatones de TNT en tan sólo algunos minutos –10 mil veces más fuerte que
todas las armas nucleares almacenadas en el planeta–, que en gran medida se
transforma, en última instancia, en radiación electromagnética.
Esa radiación
electromagnética es emitida fundamentalmente en una capa fina de la atmósfera
del Sol llamada cromosfera. Ésta es una zona de transición entre la fotosfera
–la capa externa visible del Sol– y la corona solar –la atmósfera superior de
la estrella–, y se la apunta como la principal región de disipación y radiación
electromagnética.
“En la
actualidad, la teoría usual sugiere que los electrones se aceleran en alguna
región de la corona solar y que esas partículas viajan a lo largo del campo
magnético solar y llegan a la cromosfera”, dijo Simões.
“Al llegar, esos
electrones entran en colisión con otras partículas que ya se encontraban en la
cromosfera, tales como protones y otros electrones, y depositan energía,
alterando las condiciones de la cromosfera”, detalló.
La meta de los
científicos consiste en intentar entender de qué manera responde la cromosfera
a la entrada de esa energía durante las explosiones solares, en términos de
alteraciones de temperatura, densidad y ionización (electrificación) de
elementos presentes en ella, tales como hidrógeno y helio, fundamentalmente.
“Aspiramos a
entender mejor cuáles son las condiciones iniciales de una explosión solar, y
también cómo evoluciona este evento y qué sucede con la cromosfera durante la
entrada de energía y la salida de la radiación electromagnética generada por
una explosión solar”, dijo Simões.
“Esto puede
contribuir en la expansión del conocimiento acerca de cómo se almacena, se
libera y se convierte en otras formas de energía aquélla liberada por una
explosión solar.”
De acuerdo con
el investigador, el material de la atmósfera solar, así como el 99% del
universo visible, está compuesto por un gas electrificado –el plasma – que
lleva a la formación de un campo magnético.
Al estudiar la
liberación de energía y radiación en explosiones solares, también es posible
conocer mejor el funcionamiento de plasmas astrofísicos y procesos de alta
energía asociados con diversos objetos astrofísicos, tales como los cuásares,
apuntó.
“El Sol es un
laboratorio de plasma. Al estudiarlo, es posible entender mejor cómo actúan el
plasma y un campo magnético o cómo se transfiere energía de una región a otra,
entre otros diversos temas”, dijo Simões.
El conocimiento
sobre la actividad del Sol también puede aplicarse al estudio de otros objetos
astronómicos, tales como las estrellas, y puede ayudar en la búsqueda de
exoplanetas habitables (planetas que orbitan una estrella distinta al Sol).
También se
observan explosiones en otras estrellas, con mayor intensidad que las que
ocurren en el Sol, pero todavía no se sabe por qué sucede eso, dijo Simões.
“La mayor parte
de los aspectos relacionados con la Física de las explosiones solares pueden
emplearse para estudiar otros objetos astronómicos”, dijo el investigador.
Los Primeros Resultados
Con el fin de
estudiar las explosiones solares, los investigadores participantes en el
proyecto F-CHROMA están combinando datos de observaciones vía satélite y
terrestres con modelado teórico y computacional avanzado.
Algunas de las
observaciones solares terrestres se están concretando mediante el empleo de
telescopios ópticos como el Dunn Solar Telescope (DST), instalado en Nuevo
México, en Estados Unidos, y el Swedish Solar Telescope (SST), en Islas
Canarias, España.
En tanto, las
observaciones en el espacio se realizan con sondas no tripuladas como Solar
Dynamics Observatory (SDO), lanzada a comienzos de 2010, e Interface Region
Imaging Spectrograph (IRIS), lanzada en junio de 2013, ambas pertenecientes a
la agencia espacial estadounidense, la NASA.
Mediante datos
recabados con un instrumento a bordo de la SDO, el Atmospheric Imaging Assembly
(AIA) –que suministra observaciones constantes de la corona solar y de la
cromosfera en el rango del ultravioleta–, y con el satélite Reuven Ramaty High
Energy Solar Spectroscopic Imager (RHESSI), también de la Nasa, el investigador
y otros colaboradores del proyecto observaron que, al comenzar las explosiones
solares, el plasma de una zona situada entre la baja corona solar y la cima de
la cromosfera registra una altísima temperatura, que varía de 6 a 12 millones
de grados.
“Esta hipótesis
ya había sido sugerida por otros científicos a comienzos de la década de 1990,
pero no había datos suficientes de observaciones como para comprobarla. Ahora
hemos demostramos que el plasma de esa región se vuelve efectivamente muy
caliente al comienzo de las explosiones solares”, dijo Simões.
Los resultados
del F-CHROMA se emplearán en grandes proyectos futuros de observaciones
solares, tales como el telescopio solar Daniel K. Inouye, cuya entrada en
operación está prevista para el año 2019 en Hawái, y la sonda solar Orbiter, de
la agencia espacial europea –la ESA–, con previsión de lanzamiento al espacio
en 2018, que será una de las primeras en llegar más cerca del Sol.
Puede leerse el
artículo intitulado Impulsive heating of solar
flare ribbons above 10 MK (doi:
10.1007/s11207-015-0709-9), de Simões y otros, en la revista Solar Physics, en: link.springer.com/article/10.1007%2Fs11207-015-0709-9#.
Fuente: Sitio web de la Agencia FAPESP
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